EDITANDO VIDEOS por Jorge Torres

 

Hoy en día muchas personas hacen videos y tanto los profesionales como los aficionados editan sus grabaciones en un intento por producir programas que sus clientes –o familiares y amigos– puedan disfrutar. Desafortunadamente, a pesar de su buena intención, muchas veces los resultados no son videos exitosamente editados.

 

Vamos a echarle un vistazo a siete errores de edición muy comunes (así como a algunas de sus consecuencias y posibles soluciones) para que tú estés conciente de ellos y hagas todo lo posible por evitarlos de manera que tus creaciones en video tengan un verdadero aspecto profesional.

1. “TARDANZA” (para empezar a editar) .
Si tú piensas que debes empezar a editar tu material hasta que has terminado de grabarlo, debes pensarlo otra vez. Los profesionales generalmente empiezan a editar sus programas desde una etapa muy temprana en el proceso de crear sus videos. A saber, durante la fase de planeación y de Pre-producción.

 

Incluso para un video de boda, por ejemplo, para el que realmente no se requiere un guión o un storyboard, anotar una lista de todos esos planos esenciales que tú no quieres perderte, te dará una mejor oportunidad de grabar todo el material necesario y suficiente, con el cual trabajar cuando llegue la hora de editar. Planea tu grabación.

Ya en la fase de Producción –la grabación real del material–, no olvides usar esa lista de planos y prepárate para grabar ángulos adicionales así como imágenes y sonidos inesperados, para que puedas proporcionarle al editor de tus videos, (que bien puedes ser tú mismo) una gran variedad de tomas, que permita por lo menos construir un video bien editado. Graba lo que planeaste; recuerda que debes tener la edición en mente desde mucho antes de que empiece la grabación. De otra forma, tu pobre editor podría verse forzado a cometer algunos otros pecados, incluyendo el 3, 4, 5 y 7. 

2. “SUMISIÓN” (del arte y buen oficio de editar ante la tecnología).

Aunque es perfectamente correcto que tú trates de trabajar con los mejores hardwares (equipos) y softwares (programas) que se pueden conseguir hoy en día, eso no garantiza que tus trabajos serán los videos que mejor se hayan editado jamás. Por supuesto que es maravilloso tener equipos de muy alto nivel (incluso es obligatorio en algunos trabajos). Pero aceptémoslo, resulta prácticamente inútil cuando no sabemos realmente qué hacer con él; saber qué es verdaderamente la edición, estar conciente de sus funciones básicas, sacar ventaja de todo tipo de técnicas para editar, aprovechar al máximo las transiciones (especialmente cortes directos y cortes que se pueden disolver entre si), son las cosas que te harán ejecutar maravillas independientemente del equipo de edición que utilices.

Por lo tanto, ten cuidado. Creer que teniendo los sistemas de edición más costosos y complejos te hará automáticamente un mejor editor podría solamente hacerte perder de vista lo importante, limitar de alguna forma tu creatividad e imaginación, y desperdiciar mucho dinero en el proceso.

 

3. “OMISIÓN” (de una estructura y/o concepto para el programa).

 

Mucha gente que se esfuerza por editar sus videos parece no tener en cuenta que los espectadores de sus programas son personas que seguramente –en mayor o menor grado– han visto televisión y cine a lo largo de toda su vida. La mayoría de los programas en la televisión y las películas en el cine suelen tener por lo menos una cosa en común: cuentan historias. Si bien hay muchas formas de contar historias, casi siempre las narraciones tienen una estructura que todos los espectadores hemos aprendido a identificar, a entender, y con la que solemos sentirnos cómodos. Como mínimo, esas historias tienen bien definidos un inicio, un desarrollo y un final.

Esto es lo que muchos editores principiantes o inexpertos suelen omitir, es un error porque, después de todo, al realizar videos, lo que han adoptado es una forma de expresión que tiene su propio lenguaje, un lenguaje que los espectadores hemos aprendido a “leer”, y que todo videógrafo que se respete debería aprender también a “escribir”.

Cuando hablo de un inicio y un final bien definidos, me refiero a esos programas y películas donde lo que ocurre al empezar la historia se corresponde, se complementa, y/o guarda una simetría con lo que ocurre al final; además, el inicio de la narración suele ser lo suficientemente fuerte e interesante como para atrapar la atención del espectador y el final es trabajado con mucho cuidado para que tenga el mismo nivel de impacto y deje satisfecho a todo el público. En cuanto a la parte media… bueno, los profesionales normalmente tejen sus historias en torno a un concepto o -hilo conductor- que suele ser una idea bastante simple pero que ayuda a dar coherencia e interés a la narración.

Sin una estructura y un concepto, nuestros videos no son realmente programas como los que los espectadores están acostumbrados a ver y esperan ver. Por eso, el pecado de omisión puede traer como consecuencia que nuestros espectadores no nos concedan su atención ni su interés ó que queden confundidos, aburridos y que lamentablemente, nuestros videos no alcancen sus objetivos: entretener, entrenar, motivar, persuadir, etc. 

4. “DESCUIDO” -incluyendo planos que no y excluyendo planos que sí deberían estar-.

Un error muy común cometido por editores principiantes o inexpertos consiste en usar en sus videos, planos que aportan muy poco (o nada) de valor a la historia, pero que quedan incluidos en la edición final solamente porque contienen imágenes “muy bonitas”, o porque costó mucho trabajo grabarlos, o sencillamente porque son parte de lo que el camarógrafo envió, y como ya están ahí, ni modo de desperdiciarlos, ¿correcto?. Incorrecto. Recuerda que, entre otras cosas, un editor de video debe desarrollar la habilidad para tomar decisiones y saber seleccionar qué quedará dentro (y qué quedará fuera) del video.
En cambio, esos editores suelen desaprovechar el uso de planos muy útiles para enriquecer sus programas y atrapar así la atención e interés de sus espectadores. Esos planos incluyen a los “inter” cortes, planos detalle, planos de color, planos de reacción, planos subjetivos, entre otros. Por supuesto, lo ideal es que el camarógrafo los haya capturado durante la grabación; sin embargo, cuando el encargado de grabar no hace bien su tarea, el editor atento –y que no se conforma– puede buscarlos y extraerlos del material que le sea entregado. (De ahí la importancia, una vez más, de no cometer el error número uno). Una de las consecuencias de cometer este cuarto pecado es terminar con programas pobres, aburridos, fastidiosos y con problemas de continuidad.

TIP. Elige un párrafo cualquiera de un periódico o revista y copia todas y cada una de sus palabras en tarjetitas (cada palabra en su propia tarjeta); no olvides copiar también los signos de puntuación. Ahora selecciona algunas de las palabras para formar una nueva oración (o varias oraciones). Si necesitas usar varias veces una palabra que sólo aparece una vez, puedes hacerlo. Lo mismo con los signos. Fíjate que mientras más largo sea el párrafo que elijas, menos difícil podría ser construir un nuevo texto que resulte coherente; fíjate también cómo lo escribes, podría no parecerse mucho al texto original. Más o menos así es editar videos.

 

5. “PROLONGACIÓN” (innecesaria de planos).

Otro error muy común cometido por editores de video principiantes o inexpertos es dejar que los planos incluidos en sus programas tengan duraciones inapropiadas, generalmente los dejan laaaaargos en demasía. Cuando un espectador ve una imagen en pantalla, normalmente tiene una tendencia a “leerla”. Su atención sobre ella se incrementa mientras trata de captar tanta información como le sea posible; cuando eso ha ocurrido, su atención decrece y si el plano continúa ahí por más tiempo, el interés de ese espectador por el programa también se irá desvaneciendo. Un editor profesional generalmente sustituye un plano por otro en la pantalla cuando calcula que el espectador ya ha visto todo lo que necesita. 
Recuerda, no todos los planos de un programa tienen la misma función ni el mismo valor o peso. De ahí que, a veces, un plano abierto podría prolongarse un poco más de lo esperado, mientras que un plano cerrado como un close-up o un plano detalle, por ejemplo, podría ser muy breve (pero cuidado aquí para no cometer el otro extremo del error: incluir planos tan breves como destellos que no permiten apreciar nada y terminan por alterar y hasta irritar).

El contexto juega un papel importante en todo esto: hay películas con planos notoriamente largos donde aparentemente nada ocurre. Algunos realizadores suelen usarlos porque desean generar suspenso, o la sensación de que “algo va a pasar”. Sin embargo, si eso no sabe manejarse, lo que se consigue es decepcionar y aburrir. 

Muchos editores novatos o aficionados pasan completamente por alto, que las secuencias de un video profesional tienen (como la música) un ritmo y un pulso, dados por la variación en la duración de los planos. No es casual que en una película, por ejemplo, una secuencia así llamada “romántica”, esté integrada principalmente por planos mas bien largos que a su vez estén conectados por lentos “dissolves”; y que en otro momento de esa misma película, una secuencia de “acción” (ya sabes, persecuciones en vehículos o a pié, pleitos con armas o a puños, bailes, etc.) contenga muchos planos y muy breves.

Por todo esto, ver un video en el que la duración de sus planos fue abandonada a su suerte, puede resultar tan aburrido como escuchar a alguien tocar un instrumento musical sin la más mínima idea de la diferencia entre un ritmo y otro; o peor aún, tan fastidioso como escuchar que alguien aporrea un pobre piano o guitarra.

TIP. Para que pruebes un poco cómo es ajustar la duración de los planos de un programa a un ritmo y pulso establecidos, realiza un video musical donde las imágenes ilustren directamente lo que narre la letra de la canción.

6. “CONFUSIÓN” (provocada por uso inadecuado –o abuso– de transiciones, efectos especiales, filtros y títulos).

 

Este es probablemente uno de los pecados de la edición de videos que más se cometen con conocimiento de causa. Muchos editores saben –o por lo menos sospechan– que están pecando, ¡pero no se detienen! Hay que admitirlo: la tentación es enorme.

 

Con la impresionante cantidad y variedad que los sistemas de edición actuales pueden ofrecernos en lo que se refiere a efectos de transición, es realmente difícil para un novato no querer usarlos todos y como sea. Después de todo, parecería que lo único que se necesita es hacerle clic a un botón. Pero los profesionales saben que se requiere mucho más que eso, pues los efectos de transición –incluyendo el aparentemente simple corte directo– son verdaderos signos de puntuación que, cuando no se sabe como usarlos, lo único que logran es confundir al espectador.

Los efectos especiales –tanto de video como de audio– son recursos que pueden enriquecer muchísimo algunos tipos de video, para no hablar de lo divertido que puede resultar crearlos y usarlos. Pero dominarlos y sacarles el máximo provecho requiere práctica y habilidades que no todo mundo tiene. Mal empleados pueden empobrecer un video así como distraer y ahuyentar al espectador.

En cuanto a la capacidad de procesamiento de imagen (filtros) que los editores tienen a su alcance, mucha gente corre el riesgo de desarrollar vicios como la terrible tendencia a grabar como sea y sin preocuparse porque “al fin y al cabo todo siempre puede arreglarse en la post-producción”. Mal. Es lamentable que el trabajo de un editor, pudiendo ser constructivo y creativo, quede reducido a una mera labor de rescate y reconstrucción.

Y cuando se hace uso –o abuso– de esos filtros solamente porque son llamativos, todo lo que se logra es distraer y confundir al espectador. Por último, hablando de títulos, ¿te has fijado que los créditos al inicio de una película suelen estar fuertemente relacionados con el contenido de esa película? Y en todo aspecto: la tipografía, el color, la forma en que aparecen y desaparecen de la pantalla, el fondo sobre el que son colocados y su posición, el tiempo que duran ahí –todo. Añadir créditos y títulos a un programa es todo un arte. Otra vez, si no se saben manejar, pueden producir confusión.

7. “SORDERA” (ante la consistencia y calidad del audio).

Este último pecado en nuestra lista no es en absoluto el menos importante o grave. De hecho, es uno de los peores que puede cometer un editor de videos. Consiste en concentrarse y trabajar únicamente en la parte visual de un programa, dejando la porción de audio completamente en el olvido. Que se arregle como pueda.

Los problemas empiezan cuando se ha cometido ya el pecado número uno. Al editor le llega audio con frases –o música– mutiladas al principio y/o final; sonido incomprensible por culpa de ecos, reverberaciones y ruido; planos con enormes diferencias de volumen –en fin, una serie de calamidades producto de no prever y de grabar sin pensar en la edición.

Si además el editor del video después no hace todo lo que esté a su alcance y echa mano de todas las herramientas y técnicas que conozca para arreglar o pulir ese audio, el programa terminará –como es de esperarse– con toda la apariencia de un video 100% aficionado, que puede confundir, aburrir y hasta irritar a los espectadores.

 

El camino para evitar cometer este desastroso pecado es largo y penoso, ¡pero vaya que vale la pena! Para ello, el editor depende de que la persona que graba ponga tanto esmero al grabar el audio como el que pone para grabar las imágenes –incluso más. 

Es óptimo cuando el camarógrafo controla de manera manual los niveles de grabación de audio –si su cámara lo permite–; cuando le conecta a su videocámara micrófonos externos de buena calidad colocados cerca de las fuentes sonoras; cuando usa también audífonos para verificar en todo momento que esos micrófonos están funcionando correctamente; cuando cuida que las frases de quienes hablan y la música no queden mutilados; y cuando captura varios minutos de sonido ambiente en cada locación donde graba.

Con una grabación de audio así de cuidada, el editor –para empezar– podrá entonces empatar el volumen de cada plano con el de sus planos adyacentes; ajustar el audio de cada plano para que no haya bloques mutilados; añadir bloques de sonido ambiente donde sea necesario para generar o reforzar la sensación de realismo y continuidad; añadir música de fondo apropiada para el programa –o para algún segmento de él– creando efectos o atmósferas sorprendentes (¿sabrá el editor, sin embargo, que no siempre puede usar la música que él quiera para todo lo que quiera sin violar las leyes de derecho de autor? ¡Quién sabe!); añadir efectos de sonido (pajaritos, viento, motores, portazos, etcétera) para lograr los niveles de impacto que solo ellos pueden ofrecer.

 

Sí, suena como que es mucho trabajo. Pero es la forma en que los profesionales impiden que todo el cuidado que pusieron al grabar y editar sus maravillosas imágenes se vaya como por la coladera por culpa de un deficiente audio que no está a la altura del video.

Muy bien, ahí los tienes. Siete errores muy comunes que pueden arruinar las ediciones de tus videos. La idea es que los conozcas bien, trates de no cometerlos y, tal vez, solo con eso tus programas empiecen a tener la apariencia de los videos bien editados.

Dedicado a Jim Stinson.

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