“La Videocámara” o “El Filmador y El Vaquero”

May 20th, 2013 | By | Category: Articulos, Videografos

“El “filmador” es una especie de cowboy en el mundo de la imagen, del mismo modo que éste confiaba su seguridad a un solo revólver el primero debiera ser fiel a una sola cámara”, enseñaba (o se equivocaba) un pionero del video. A quien le retruca que en las películas de vaqueros algunos llevan más de una funda en la cartuchera él responde: “…aquello es un invento de Hollywood. Sólo una, pibe, sólo una. Colt 45 de seis tiros”.

Esta llana reflexión, una anécdota en este apunte, buscaba convertirse en la inocente filosofía que calmara los temores de quienes no contábamos con presupuesto para un segundo equipo. Lejos quedaron los días en que la M 8000 reinaba en el aposento del hombro.

Frente a los dos primeros párrafos de este artículo, podrías pensar que estás a punto de continuar la lectura de una página escrita desde la nostalgia o renglones colmados de marcas y modelos de videocámaras… o armas de fuego, diría el viejo filmador. Si esa fue tu impresión inicial la bala silbó lejos del blanco, vaquero. En esta ocasión quiero anotar una pregunta básica: ¿con qué propósito se adquiere una videocámara? Las respuestas podrían ser diversas y desplegarse como el abanico de aquella bailarina que bebe whisky recostada en el piano del Saloon, la pelirroja. Aunque, para el caso, me interesarán especialmente las pretensiones relacionadas con el realizador de videos “sociales”, entendido este término en su acepción coloquial, porque si aceptásemos el concepto en toda su longitud debiéramos admitir que “video social” podría englobar a la inmensa mayoría de los existentes, incluso los que han registrado la actividad de una colonia de abejas. Luego nos vemos, nena, susurro a la chica de pelo rojo y me marcho recordando a aquel amigo que solía comparar al camarógrafo con un pistolero del lejano oeste.

Repito y completo: ¿con qué propósito el productor de videos “sociales”, ese que ha hecho de este oficio su medio de subsistencia, adquiere una videocámara? La frase acorralada entre signos de interrogación pareciera arrojarnos una conclusión obvia: se adquiere el equipo para grabar o filmar, como gustes, y fin de la historia. ¿Estás seguro que se terminó?, ¿la respuesta no es mezquina? Aseveraría que esta vez perforaste el blanco de tiro, rascaste la corona de la diana, compadre: el profesional del video la adquiere, ante todo, para trabajar.

Mientras el alazán encuentra refresco en el abrevadero, permíteme romper por un momento el ritmo de la narración y convertir este párrafo en una apostilla. Muchas personas, entre las que hemos elegido este oficio, nos sentimos completamente satisfechas cuando obtenemos imágenes exquisitas con la otra retina, la de la videocámara. Esto es innegable. Reconozco que, tratándose de la consecución de mis aspiraciones en el terreno audiovisual, soy entusiasta e invierto, muchas veces, tanto o más de lo que puedo. Arriba las manos quién no haya contado y recontado sus ahorros, evaluado trabajos a futuro o escapara a la tentación de sumergirse hasta el cuello en préstamos y créditos con el propósito de llegar a la videocámara que lo ha prendado. Hacemos esto, lo sabemos, porque somos apasionados y raramente nos mueve un interés “netamente comercial” en la adquisición. Pero lo que acabo de manifestar no está en tela de juicio en este artículo, ni las ambiciones valederas del videasta en el terreno de la expresión, ni la vocación, ni la inspiración artística, tampoco su evolución como individuo que aspira transmitir ideas o sentimientos con su obra. Este escrito aborda otro perfil, el aspecto pragmático de nuestro oficio, un costado mucho más práctico y realista: la videocámara considerada “herramienta de trabajo”, utensilio imprescindible en las misiones laborales del realizador audiovisual.

Tenemos entonces: un videógrafo (videasta me gusta más), una videocámara y ahora nos falta el cliente. Para no dilatar la narración vamos a suponer que además contamos con él, del mismo modo que con el equipamiento necesario para compaginar y editar lo grabado. Con estos elementos, una suerte de círculo laboral/audiovisual imaginario se anuda en sus extremos. Pero dentro de este juego, que ya comienza a parecerse al Gran Bonete, este relato es también imaginario, por lo tanto imaginaré una pregunta para que puedas imaginar una respuesta: ¿Qué atributos necesita la videocámara del profesional de videos “sociales” para realizar cómodo su trabajo, grabar imágenes dignas y entregar, luego, un producto cabal que lo conforme y lo complazca tanto como a la gran mayoría de los clientes?

No es preciso que escribas la respuesta. Quizá advertiste que estás más cerca de satisfacer las necesidadesde las empresas que inundan, confunden y entorpecen tu percepción con tsunamis de novedades, formatos y modelos maravillosos, en muchos casos inadaptados para tu tarea, que de las verdaderas necesidades de tu cliente cierto o tu cliente posible. Demasiada Internet, vaquero.

Ariel García
Realizador de Videos

Ariel García

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One Comment to ““La Videocámara” o “El Filmador y El Vaquero””

  1. Hugo Misagna says:

    Leido y compartido, exelente Articulo Ariel.

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